Patrick Combs recibió en su correo una carta de publicidad de una compañía que aseguraba poder hacerle rico muy rápido. El cheque en cuestión, por valor de 95.093,35 dólares, en principio no tenía ningun valor pues era un simple anuncio para publicitar lo que podría ganar gracia a dicha empresa.
A Patrick le vino a la cabeza una curiosa idea que le pareció muy divertida: tratar de ingresar el cheque en el banco, a ver qué sucedía (en el cheque estaba escrito un aviso de que no era canjeable). Ingresó el talón de pega en el cajero de su banco, incluyendo una carita sonriente en su firma en el dorso del papel. Pensó que recibiría una llamada del banco informándole de que el cheque depositado era falso, pero esto no ocurrió. Días después fue a sacar dinero y descubrió que su saldo había aumentado en 95.093,35 dólares.
Primero, llamó a un amigo en el banco, que le informó que los nuevos fondos estarían bloqueados hasta que el banco lo comprobara. Siete días después el dinero seguí ahí y esta vez completamente disponible. El director de su sucursal le informó que un cheque no se podía devolver pasados diez días. Patrick pudo quedarse con el dinero porque, además, resultó que el mensaje de “no canjeable” escrito sobre el cheque no lo invalidaba, por lo que el cheque era completamente legal.